Llegan nuevos tiempos a can Barça

No pudo ser. Pese a la superioridad exhibida por el Barça frente a unos diablillos de mucho ruido y pocas nueces, la final de Moscú se quedó en lo que siempre fue, un mero sueño. Ahora, sin vida en Europa y con muy poco oxígeno en el campeonato nacional, el Barça debe empezar a preparar, no la temporada siguiente, sino el ciclo que viene. Todos los barcelonistas, sin excepción alguna, lo saben. En el preciso momento que ha terminado el partido contra el Manchester la parroquia culé ha sentido al unísono que este club necesita una renovación profunda, un aire fresco que vuelva a ilusionar.

Hace un año muchos creíamos en una pequeña renovación, ya que nos daba miedo hablar del cambio de ciclo. Creíamos que Ronaldinho tenía crédito, que los nuevos fichajes corregirían los errores que tenía la plantilla. Pero no fue así. El Barça viene arrastrando un virus llamado “morir de éxito” desde la final de París de 2006. Un virus que, como ahora ya sabemos, no se corregía añadiendo nuevos talentos a la plantilla, sino eliminando muchos otros. Es por eso que hoy, después de jugar una fantástica eliminatoria contra el ManU, el Barça debe marcar su final de ciclo. No es la mejor manera de terminarlo, pero sí la más sincera. Ya nadie se esconde.

¿Cómo afrontar un nuevo ciclo? Muchos aficionados, como se viene observando en el último mes, creen que el principal culpable de todo es Joan Laporta. Olvídense, de momento. Pese a que alguien intente una moción de censura, el ex del Elefant Blau, aquel que juega ser político y, cuando se acuerda, también presidente, seguirá en su trono hasta que termine mandato, allá por 2010. Así que si no hay sorpresa de última hora, este cambio de rumbo lo debe asumir el laportismo.

Sabiendo que la directiva seguirá intacta, la segunda víctima a mirar minuciosamente con lupa es el cuerpo técnico. Gran parte de la afición barcelonista ya no cree en Rijkaard. Todo el mundo le adora, le respeta como persona, pero ya quedan pocos que crean en sus capacidades como técnico. Yo, siendo sincero, jamás he concebido que Frank sea un gran entrenador, ni un magnífico estratega, ni que controle el aspecto táctico. Pero él, para ese Barça que nacía con ilusión y sabia nueva hace cuatro años, era el mejor de los entrenadores. Porque yo soy de los que piensa que el entrenador de una plantilla excelsa de calidad debe ser, sobretodo, un gran psicólogo. Y Frank lo fue, hasta que un día sus excelentes pacientes decidieron pasar por encima de él. Pacientes que ahora deberían abandonar la consulta para dejar paso a otros. Otros que, quizás, volverían a tener fe en Rijkaard.


¿Con todo esto quiero decir que Frank debe comandar el nuevo ciclo? No, pero es una opción válida. Rijkaard, con una plantilla renovada, sería capaz de conseguir éxitos pasados. Aunque parece lógico y normal que un cambio de ciclo lo debe dirigir un nuevo entrenador, provocando así que verdaderamente se empiece de cero y se abandonen posibles prejuicios. ¿Mourinho?, ¿Wenger?, ¿Laudrup?, ¿El mismo Guardiola?...Suenan muchos. Uno será el elegido. Y a este solo se le debe pedir una cosa: que respete la idiosincrasia del Barça y que pula lo que ha fallado estros dos últimos años, es decir, la falta de compromiso y de disciplina.




Y, por último, los verdaderos culpables. Los que han provocado que uno de los mejores Barças de la historia se termine antes de tiempo. Los jugadores. Aquellos que murieron de éxito. Que creyeron que lo ganarían todo sin bajar del autocar. Y, paradojas de la vida, a muchos de ellos en un autocar habrá que empaquetar lejos del Camp Nou. Entre ellos los que, más paradojas aún, fueron los principales culpables de que el Barça alcanzase la gloria. Y, ahora, son los causantes directos de esta situación que está viviendo el equipo azulgrana desde hace dos años. Márquez, Ronaldinho, Deco…ases del balón que el nuevo Barça debe descartar. Y una vez realizados los descartes (difícil tarea siempre en el Barça) deben llegar los nuevos actores. Indispensable un lateral (¿Alves?, ¿Lahm?), un cierre, un mediocampista del corte de Deco y también de Touré y un extremo izquierdo. Y, a poder ser, todos ellos jóvenes e ilusionados.

¿Tácticas? Estas dependerán del nuevo entrenador. Es cierto que el 4-3-3 parece que se ha quedado obsoleto y que en el fútbol actual (muy agresivo en el centro del campo) se debe apostar por un 4-2-3-1. Pero bueno, de estos menesteres ya se ocupará el míster en verano. Porque, lo imprescindible, en verdad, es quitarse de encima a todos aquellos que murieron de éxito. Sí, los mismos que llevaron en volandas a ese Barça de las dos ligas y una Champions a ser uno de los mejores equipos de la historia. Pero, ya se sabe, nada es para siempre.

publicado también en Debate21