Donde dije libertad, ahora digo...

Nadie duda ni dudará que Laporta pasará a la historia como uno de los mejores presidentes del FC Barcelona. En cuatro años ha conseguido remontar a este club económicamente, y, lo que es más importante, deportivamente. Pero Jan, detrás de Ronaldinho, Eto’o, dos Ligas y una Champions esconde algo que le puede costar muy caro, tanto a él como al Barça: su nacionalismo.

Como ya comenté en el post “Banderas de nuestros padres”, respeto cualquier tipo de sentimiento nacionalista. Pero ¿Tolera Jan los otros sentimientos? El paripé de “La llengua dels Països Catalans”, la discusión con un socio castellanoparlante en una Junta y ahora, su discurso independentista a los chavales de la cantera, indican que Laporta quiere convertir a este club en un bandera del catalanismo feroz.

El Barça, durante la dictadura, fue la vía de escape para muchos catalanes, que sentían oprimida y perseguida su cultura por el régimen franquista. Ir al Camp Nou era chillar por la libertad. Pero Jan, sin darse cuenta (o sí), está y va a conseguir que muchos dejen de ir al Estadi. ¿Por qué? Porque ahora, paradojas de la vida, la dictadura cultural y lingüística se está estableciendo en un estadio y en un club que luchó por las libertades. Te equivocas amigo Jan, y mucho.